¿Por qué haces lo que haces?
¿Por qué vives en una lucha constante por crear?
¿Por qué no creas y ya está?
Para mí, siempre hay algo que se interpone entre mí y lo que creo. Todo lo que lleva mi nombre supone una losa.
Hay un juicio y un mar de posibilidades antes de empezar.
Incluso este post, lo he reescrito 3 o 4 veces.
Crear es una batalla como explica Steven Pressfield y la única manera de solventarlo es llegar al estado de fluidez, donde sabes lo que estás haciendo y estás completamente concentrada.
Es una lucha agotadora, sobre todo cuando no consigues crear. En tu mente se crea un mundo alternativo donde ves todo lo que podrías hacer, crear, ser y solo de pensarlo te entra un miedo tan grande que no lo haces.
Porque en tu cabeza has vivido un proceso creativo entero en un segundo. Has pensado en el naming, en el diseño, a quien invitarías a tu podcast y que podrías acabar haciendo después de grabar el episodio número 100.
Y todo esto te da un vértigo terrible.
Es un ejemplo, pero me pasa tan a menudo.
Por no abrir el melón de diferenciar entre lo que quieres hacer, lo que crees que deberías estar haciendo, lo que ves que otra gente hace y parece entretenido y te planteas si tú te lo pasarás igual de bien.